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Símbolos, enigmas e interpretaciones

En este territorio boyacense hallamos un determinado numero de aves, entre otros animales, que son, para los habitantes misterios de la  plena naturaleza, símbolos variados. Hasta nos atrevemos a pensar si ello tiene algún paralelismo con otras creencias de raíz indígena chibcha, como sitio de adoración en la provincia de Sugamuxi. Han surgido como  reminiscencias de viejas tradiciones.

Incontables ejemplos

 

Por considerarla  fatídica y de “mal agüero”  en la ciudad y el campo mucha gente se atemoriza ante el paso de la lechuza (chúshig),  cuyo graznido –dicen– anuncia la muerte de un enfermo. Lo mismo al cantar la valdivia,  que en su sonido gutural parece   expresar “¡hueco va, hueco va!”.

Es mala suerte (desgracias y enfermedades próximas) si canta una gallina o llora la tórtola; y habrá hambre y miseria si se sueña con cuervos. En cambio, si alguien toma  agua en el recipiente donde igualmente lo hizo el tucán o diostedé, gozará de excelente  salud. 

También es buen augurio si observamos al quinde, colibrí o picaflor en pleno vuelo e, igualmente, si este se posa frente a un cazador,   le  asegura una  satisfactoria cacería.

 

Otras creencias comunes 

 

Si en casa hay un niño recién nacido y pasa graznando una lechuza, los de mayor edad de la familia aconsejan que hay que poner las  tijeras en cruz,  quemar sal o sahumerio para alejarla, pues se trata de una bruja  que desea causar daño  al niño.

Cuando el curiquingue (curiquinga) vuela sobre alguna casa, presagia el fallecimiento de una persona que la habita. En cambio, si se las observa volar en pareja eso augura un matrimonio feliz. Si la María Copetona o María Moñuda ríe es señal de mala suerte y, escuchar su  silbido, algo bueno ocurrirá.
 
Si el gavilán vuela en dirección de una persona, le predice que va a servirse sabrosos bocadillos, y si alguien lo sueña, es signo de buen augurio. Las palomas denominadas de Castilla son tenidas como ingratas, aun más cuando se marchan de una casa a la que aseguran llegará la mala fortuna.  Cuando por un pueblo o una comarca pasa volando una pareja de quililicos, allí es inminente un matrimonio.  

En este territorio boyacense hallamos un determinado numero de aves, entre otros animales, que son, para los habitantes misterios de la  plena naturaleza, símbolos variados. Hasta nos atrevemos a pensar si ello tiene algún paralelismo con otras creencias de raíz indígena chibcha, como sitio de adoración en la provincia de Sugamuxi. Han surgido como  reminiscencias de viejas tradiciones.

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